Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Macabeos 15, 3-25

3 Puesto que una peste de hombres ha venido a apoderarse del reino
de nuestros padres, y he resuelto reivindicar mis derechos sobre él y
restablecerlo como anteriormente estaba, y he reclutado
fuerzas
considerables y equipado navíos de guerra,

4 y quiero desembarcar en el país para encontrarme con los que lo
han arruinado y han devastado muchas ciudades de mi reino,

5 ratifico ahora en tu favor todas las exenciones que te concedieron
los reyes anteriores a mí y cuantas dispensas de otras donaciones
te
otorgaron.

6 Te autorizo a acuñar moneda propia de curso legal en tu país.

7 Jerusalén y el Lugar Santo sean libres. Todas las armas que has
fabricado y las fortalezas que has contruido y ocupas, queden en tu poder.

8 Cuanto debes al tesoro real y cuanto en el futuro dejes a deber, te
sea perdonado desde ahora para siempre.

9 Y cuando hayamos ocupado nuestro reino, te honraremos a ti, a tu
nación y al santuario con tales honores que vuestra gloria será conocida en
toda la tierra.»

10 El año 174 partió Antíoco para el país de sus padres y todas las
tropas se pasaron a él de modo que pocos quedaron con Trifón.

11 Antíoco se lanzó en su persecución y Trifón se refugió en Dora a
orillas del mar,


12 porque veía que las desgracias se abatían sobre él y se encontraba
abandonado de sus tropas.

13 Antíoco puso cerco a Dora con los 120.000 combatientes y los

8.000 jinetes que consigo tenía.

14 Bloqueó la ciudad, y de la parte del mar se acercaron las naves, de
modo que estrechó a la ciudad por tierra y por mar sin dejar que
nadie
entrase o saliese.

15 Entre tanto, regresaron de Roma Numenio y sus acompañantes
trayendo cartas para los reyes y países, escritas de este modo:

16 «Lucio, cónsul de los romanos, saluda al rey Tolomeo.

17 Han venido a nosotros, en calidad de amigos y aliados nuestros,
los embajadores de los judíos para renovar nuestra antigua amistad y
alianza, enviados por el sumo sacerdote Simón y por el pueblo de los
judíos,

18 y nos han traído un escudo de oro de mil minas.

19 Nos ha parecido bien, en consecuencia, escribir a los reyes y
países que no intenten causarles mal alguno, ni les ataquen a ellos ni a sus
ciudades ni a su país, y que no presten su apoyo a los que los ataquen.

20 Hemos decidido aceptar de ellos el escudo.

21 Si, pues, individuos perniciosos huyen de su país y se refugian en
el vuestro, entregadlos al sumo sacerdote Simón para que los castigue según
su ley.»

22 Cartas iguales fueron remitidas al rey Demetrio, a Atalo, a
Ariarates, a Arsaces

23 y a todos los países: a Sámpsamo, a los espartanos, a Delos, a
Mindos, a Sición, a Caria, a Samos, a Panfilia, a Licia, a
Halicarnaso, a
Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Gortina, a Cnido, a Chipre y a
Cirene.

24 Redactaron además una copia de esta carta para el sumo sacerdote
Simón.

25 El rey Antíoco, pues, tenía puesto cerco a Dora en los arrabales,
lanzaba sin tregua sus tropas contra la ciudad y construía ingenios
de
guerra. Tenía bloqueado a Trifón y nadie podía entrar ni salir.